lunes, 5 de marzo de 2012

I+D ALIMENTARIO

Hace tiempo, varios años, leí en “El Menorca” una carta de unos lectores que habían ido a comer o cenar al “El Bulli”. No volví a releer la carta, no me deleita leer. Recuerdo que aquella gente elogiaba muy entusiasta el restaurante. pero en todo el artículo no encontré ninguna razón para justificarlo que me convenciese, tuve aquella sensación. Llegué a la conclusión que aquellas personas que firmaban la carta estaban muy contentas pues habían conseguido su objetivo, comer o cenar en el Bulli, cosa que me parece muy respetable.

Hace tiempo, años posiblemente, echaron  en Informe Semanal un reportaje sobre El Bulli. En ese momento Ferran Adria acababa de alcanzar un reconocimiento de calibre mundial.
Hasta ese momento solo conocía El Bulli de pasar por delante, estando cerrado, ó sea de lejos. Yo iba para Cabo de Creus, curiosamente no iba en bici. Iba de copiloto,  pilotaba una fémina. Lo encontramos de casualidad, lo de casualidad es para los que crean en ella. Estaba cerrado.
El reportaje de Informe Semanal me sorprendió y mucho. Yo pensaba que El Bulli era un restaurante, pero eso no fue lo que describieron en ese buque insignia de la comunicación nacional llamado Informe Semanal. En el reportaje describieron con todo lujo de detalles un laboratorio de I+D de la industria alimentaría, pero sin industria detrás.

Hace unas pocas semanas y otra vez en Informe Semanal volvieron ha hacer un reportaje similar dado que 3 restaurantes españoles están en tres los 5 mejores del mundo, o similar. Otra vez hicieron una descripción similar a la anterior, más I+D de la industria alimentaría.

Entre un reportaje y otro trabajé de socorrista en Son Bou. Cada mes comíamos la comida que nos daba un hotel distinto. Un socorrista la iba a buscar al hotel y luego la comíamos en el puesto.
Un discípulo del cocinero del hotel donde mejor comíamos, y en esto nunca hubo boca discordante, ahora lleva un restaurante de prestigio en Cantabria. En su día puse en cicli2.blogspot.com el futuro 5 estrellas Michelín, …¡al tiempo!
Me encontré un día al cocinero en la calle y le comente sobre este asunto del I+D alimentario. Me contestó, “Yo conozco a Ferrán Ádria, hablo con el  y le digo no cocinas más que mierda, y el me contesta, si ya lo sé pero lo pagan a 120 euros el plato”

Mi único contacto con el I+D alimentario fue en el 2004 si la memoria no me falla para ubicarlo en el tiempo, o me falla para el espacio. Restaurante del Gughemheim en Vizcaya. Creo que lo llevaba Sergui Arola. Después de comer siempre me quedó una duda, una curiosidad de esas de cultura general.
Un caso extremo, un ciclista profesional en una etapa reina puede consumir hasta 8000 kcal/día. El mínimo para un varón en reposo y adulto sobrepasa las 2000, por lo que gastos calóricos superiores a las 3000 kcal/dia pueden considerarse como normales.
Siempre me quedó la curiosidad de saber cuantos menús como el del Guhemheim me tendría que comer para sumar 3500 kcal, cifra que seguro yo consumo muchos días.

La comida estaba rica aunque las peras del postre no aparecieron por ningún sitio, pero no comemos para saborear. Comemos por otras necesidades y si además esta rico mejor. Si lo que comemos no satisface las necesidades nutricionales en este caso elementales como el aporte calórico, entonces …???

Hace bastantes años, bastante antes que todo lo anterior recibí la mejor receta de cocina que haya recibido jamás. Era tan buena que no solo servía para los fogones, bueno ahora la vitro, servía para todas las cosas de la vida.

A finales de los 80 solía frecuentar en Monasterio Cisterciense de Cóbreces en Cantabria. Iba a menudo, me gustaba aquello del silencio y estar sin hablar, aunque ahora ya lo perfeccioné. No tengo que ir a un monasterio para no hablar …la bici no habla.
Dejé de ir. Años más tarde hubo un cambio sexual y todo cambió. No es que los monjes se dedicaran a andar metiendo mano a la gente. Dejaron ir mujeres al monasterio, antes era de clausura, y ya se sabe, todo cambio …???

Recuerdo que en aquel sitio se comía especialmente bien. Especialmente bien y también extrañamente bien. Nunca había alimentos caros, sofisticados ni en la materia ni en la preparación, hasta aquí más o menos como en casa de mamá. Pero había algo extraño, infrecuente, que con el arroz blanco llegó a su máximo. Un día unos de los platos de la comida era arroz blanco con unos trozos de ajo. Quizá tenía aceite pero por aquel entonces mi capacidad de análisis culinario no llegaba tan lejos.
No podía llegar a entender como un simple plato de arroz blanco con unos trozos de ajo podía tener aquel sabor. No lo podía entender, decir rico sería humillar, y delicioso se quedaba corto. El adjetivo más acertado tanto por sabor como por ubicación es celestial. No podía comprenderlo y se lo pregunté al monje hospedero como podía ser posible. Su respuesta no se me olvidó jamás, por lo simple y contundente. La estoy recordando como si ahora mismo me estuviese contestando de nuevo. El monje hospedero me dijo, “Es muy sencillo, esta cocinado con amor” …
¡Nunca se me olvidó!

Dicen que unos de los avales de los nuevos gurus de I+D alimentario es la imaginación, es posible, no seré yo quien opine en contra al respecto, pero si esto es una buena característica de un, o una cocinera, en ese caso habría que reivindicar a los genios, no gurus por aquellos tiempos no existían esas frivolidades léxicas, no estaban los tiempos para ellos.

Habría que reivindicar una generación de cocineros y sobre todo cocineras sin los cuales este artículo es posible que no existiera, y unos cuantos de sus lectores tampoco, por la sencilla razón de que no hubieran nacido sus padres.
Habría que reivindicar una generación de cocineras que con su imaginación, y sobre todo por amor, eran capaces de hacer una tortilla sin huevos y sin patatas.
Habría que reivindicar una generación de cocineras, que en un país casi sin alimentos consiguieron que solo unos pocos murieran de hambre.
Habría que recordarles a algunos, y enseñarles al resto que hubo una generación que ya hacía I+D alimentario pero sin pijadas, que estudiaban como hacer comestibles las peladuras de las patatas, y además lo conseguían.

No tengo nada en contra del I+D alimentario, al contrario me parece muy bien, pero si lo tengo y varias veces lo he manifestado en cicli2.blogspot.com en regalar atributos simplemente dando el nombre que no es a la cosa que interesa. El I+D alimentario no es gastronomía. La gastronomía es otra cosa.

Creo que es inteligente dar a las cosas el valor que tienen. No sobrevalorarlas por que no llegamos a ellas, y minusvalorarlas por que nos hemos acostumbrado a lo bueno. Creo que no se debe valorar positivamente lo desconocido solo por que sea caro y no llegamos a ello.

No creo, sino que se, que ningún cocinero del mundo va a poner el más importante ingrediente que es el amor para una persona que desconoce, y si la conoce es de lejos.
Ningún cocinero de ningún restaurante del mundo va a cocinar con el amor con el que una madre cocina por sus hijos, unos hijos a los que conoce como la madre que los parió, por que fue la madre que lo parió.

El amor es con diferencia el más importante ingrediente en la cocina, y en eso ningún gurú supera a una madre, pero nos acostumbramos rápido y no damos valor por que es “gratis”
Si los huevos fritos de mamá nos costasen 120 euros, seguro que los equiparábamos al los  Bulli, cuando seguro están muy por encima, ¿triste? …
Yo creo que si.

CICLI
Cicli2.blogspot.com
cicliironman@yahoo.es

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